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La Klasika a pie de puerto

No suele ser habitual y no me suelo prodigar (lamentablemente) en las cunetas de carreras ciclistas. Mas, siempre que el tiempo y la familia me lo permiten me suelo escapar para disfrutar, un poco, de esta forma distinta de mi deporte preferido.

Esta perspectiva, diferente, también otorga al espectador otra forma de entender el ciclismo y la carrera, la Klasika de San Sebastian, en este caso, que fuera de este pequeño mundillo es difícil de comprender y deleitar.


 

Hacia las 14:00 horas del día 1 de agosto de 2015 ya estaba esperando a la caravana ciclista a menos de 500 metros de la cima de Bordako Tontorra, clave en el desenlace de la Klasika el año pasado y que, presiblemente (asi fue) lo sería también de la presente edición.

A esa hora la vanguardia de la carrera (una escapada de siete ciclistas con nula o escasa posibilidad de llegar a meta) no había acometido, siquiera, la primera de las dos ascensiones al monte Jaizkibel, otrora juez de la carrera y que, actualmente, con el trazado de la Klasika apenas sirve para seleccionar una competicion que se resuelve en otros puntos kilométricos mas cercanos a la meta, ubicada en el Bulevar de la capital donostiarra.  Esa escapada conservaba, aun, una pequeña ventaja tras superar Arkale, cima que, asimismo, ha sido escenario de momentos esenciales en ediciones de años anteriores pero que tampoco tiene ni la dureza ni la dificultad como para, actualmente, ser juez de la carrera. Y, asimismo, los fugados llegan a pie de la segunda ascensión a Jaizkibel, en Lezo, con ventaja.

El primer movimiento importante llega en este momento de la carrera. Varios corredores se mueven en la subida a Jaizkibel. Equipos importantes representados y ritmo frenético de aquí a la falda de Bordako Tontorra. No obstante su diferencia con un pelotón que, durante toda la jornada, había sido comandado por Movistar y Katusha no llego a ser grande.

El momento clave de esta Klasika, al menos para el espectador, llega a cuarenta kilómetros de meta. Una averia en uno de los aviones que sirve para repetir la señal remitida desde las motos deja sin cobertura televisiva la carrera. Los que estábamos en la cuneta de Bordako Tontorra no dabamos crédito pero, en ese momento, estábamos en mejores condiciones, incluso, que los que habían preferido disfrutar de la carrera desde el salón de su casa.

Las únicas imágenes en directo que se pudieron ver desde aquí hasta la cima de Bordako Tontorra fueron las del primer paso por meta. Fuga en cabeza con aspirantes, incluso, a la victoria en la Klasika como Gilbert, Landa o Barguil. Las diferencias en torno al medio minuto con Katusha trabajando a destajo en un numeroso grupo confiando en las opciones de su jefe de filas, Purito Rodriguez.

Y nada mas.

 

Llega Bordako Tontorra. Echo un ojo a mi “línea del tiempo” en Twitter. Ataca Barguil del grupo de cabeza. No pasaron ni treinta segundos. Llega el coche del director de carrera, señal inequívoca de que los primeros ya estan aquí.

Sorprendente. Las ultimas noticias que habían llegado a la cima eran las de Barguil comandando la carrera. Pero cuando se aproximan a la ultima herradura de la subida es un Orica, Adam Yates, el que cuenta con unos metros sobre un pelotón que, encendido, conduce el “Purito” Rodriguez acompañado de Bauke Mollema. Detrás va Valverde, cuarto o quinto, sufriendo. Y unos metros mas atrás pasan los BMC, Gilbert y Samuel Sanchez, perdiendo la rueda del selecto grupo de cabeza que, en la cima, forman seis corredores tras el británico.


Gilbert, Purito, Valverde

 

A partir de ahí un interminable rosario de corredores. Impresionante. Nunca había vivido algo asi, aun cuando he estado varios años en la rampas de Arkale. Ciclistas retorciéndose sobre las rampas del 20% de Bordako Tontorra solicitando, incluso, un poquito de ayuda para llegar mas rápido a la cima y dejar de pedalear, un rosario de hombres de postin, conocidos todos y venerados por sus recientes actuaciones en Giro y Tour (Landa, Jungels, Bardet…) y Rui Costa, el ultimo, justo antes del coche escoba de la organización (no salgo de mi asombro, aun, tras ver el maillot de campeón portugués sufriendo a mas de quince minutos de Yates, cabeza de carrera). Fue un cuarto de hora de espectáculo, de color, de alboroto. Cada vez que un ciclista pasaba a nuestra altura los aplausos eran mas estruendosos, mas altos los gritos… “Vamos, Arredondo”, “Animo Nordhaug”, “Aupa Pello…”. Da igual, nacionalidad, equipo, nombre. Todos tienen su reconocimiento, su aplauso, su ánimo. A algunos se les nota en la cara. Esta afición al ciclismo es de las mejores del mundo. No discrimina. Todos merecen su aplauso. Y asi se lo hacen saber. Incluso Juul Jensen nos hace el gesto “ok” cuando aplaudimos su marcha, difícil, a varios minutos de los lideres. Su instantánea en Twitter es de lo mejor que pude obtener pues estaba mucho mas interesado en sentir a los ciclistas pasar a centímetros de mi que plasmar ese momento con mi cámara o el teléfono móvil. Ya habrá mas ocasiones.

Juul Jensen ok

 

 

Coronado Bordako Tontorra descenso vertiginoso desde Igeldo al Bulevar de San Sebastian. Yates en cabeza. El grupo de Valverde y Purito que no se entiende. “Ya estan haciendo el tonto Purito y Bala” comentan a mi alrededor. Radio Euskadi no se perdió un instante de la carrera, eso es verdad. Yates a la altura de la Avenida. Va a llegar. Nadie detrás asume la responsabilidad e, incluso, son cazados por el grupo de Gilbert que les birla la plata sobre la línea de meta. El bronce es para Valverde…

Pero, ¿Qué ha pasado con Adam Yates? En Radio Euskadi escucho, asombrado, que no ha alzado los brazos al llegar a meta. Es su victoria mas importante en su cortísima carrera como profesional pero Yates no sabía, siquiera, que había ganado. Un poco más de caos para una carrera que, se puede entender, ya había sido caotica sin enlaces ni apenas información.

Adam Yates

La explicación llega momentos después, de forma viral, a través de las redes sociales. Greg van Avermaet lideraba la carrera apenas a 100 metros de donde yo me apostaba pero una moto de la televisión (casualidad, de la televisión que ni siquiera emitia en ese momento) le había tocado la rueda trasera y tirado a la cuneta de Bordako Tontorra. Practicamente a nuestro lado, y nadie se había dado cuenta. Cuando Yates llegaba a nuestra altura llevaba tan buena cara que ni me imagine que, simplemente, era segundo unos metros por detrás y que BMC tenia en sus manos un arma fundamental para reventar la carrera ya sea en solitario(si Greg van Avermaet llegara a la cima con ventaja) o jugando en equipo (con la siempre amenazante presencia del rapidísimo Gilbert en el grupo de atrás). Lo que ha sido escrito con posterioridad, a mi entender, sobra. No creo que el motorista de televisión tuviera mala intención. Los accidentes ocurren y en carreteras tan estrechas y difíciles como las de la subida a Igeldo por las Bordas.

Caída Van Avermaet

En fin, una jornada para el recuerdo. Desde el punto de vista personal, mágica, preciosa. No se me va a olvidar fácilmente. Desde el punto de vista deportivo por la enorme cantidad de extrañas circunstancias que rodearon una carrera que no se puede permitir, por su nivel, tamaños desencuentros. Ahora solo hay que esperar al primer fin de semana de agosto de 2016 para volver a vivirla. Allí estaremos para contarla. 

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